Reseña ‘El armario de los recuerdos y los sueños’

El día a día, el mundo cotidiano es una fuente de inspiración lógica y constante para los artistas en general y para los escritores en particular. Resulta inevitable tomar la experiencia más cercana y convertirla en otra cosa, en algo más fantástico de lo que pueda parecer la vida. Sin embargo, la vida ya es fascinante por sí misma, solo hay que mirarla detenidamente y saber apreciar esos pequeños detalles que se suceden mientras se espera el tren, se compra el pan o se pasea por el parque. Celia Astiz consigue darle a la vida ese valor significativo haciéndola protagonista de El armario de los recuerdos y los sueños, su primer libro publicado.

El armario de los recuerdos y los sueños está formado por pequeños relatos que recogen pasado, presente y ficción. Es un conjunto de historias de diversa índole que se conjugan como una única pieza de inmensa belleza. Por una parte, encontramos historias propias del romanticismo, como una relación condenada entre una joven dama y su amante pintor. Por otra parte, disfrutamos de historias fantásticas con un sentido metafórico en la que algún objeto se personifica para contarnos una moraleja. En otras ocasiones, nos convertimos en detectives de la mano de dos primas visitando París. Asimismo, hay poesía, delicados textos dedicados al amor en todos sus niveles.

Descubrimos en estos relatos amor a una madre, esa persona que daría hasta la vida para sacar adelante a sus hijos. También amor a las raíces, a ese pueblo que te ve crecer a pasos agigantados cada verano. Amor a un cantante, esa suerte de mago que consigue esbozar una sonrisa inmensa en el rostro de quien le escucha y cicatriza heridas con su agradable melodía. Y amor a un objeto. Sí, a un objeto, a esa cosa que por su condición material no nos dice nada, pero que un día alcanza un valor incalculable por el recuerdo que evoca. Parece estúpido, irracional, pero es lo contrario: nos agarramos a un bastón, a un olor, a un sabor… Cualquier cosa que nos mantenga al lado de aquellos a quienes amamos y forman parte de nosotros cobra todo el sentido del mundo. Nunca se dice adiós, es imposible.

Si hay algo que caracteriza a El armario de los recuerdos y los sueños es nostalgia, amor y sinceridad, ante todo, sinceridad. La autora no busca el artificio, la máscara superficial donde el giro fácil se lleva aplausos y halagos. No. Celia Astiz se libra de todas esas banalidades para mostrar con pureza recuerdos y anécdotas, pues son palabras nacidas directamente del corazón. Las historias se desarrollan de manera natural, no hay pretensiones ni fingimientos. Cada relato se convierte en un pedacito de corazón, como un jarrón roto esperando un pegamento eficaz que selle sus partes. Al fin y al cabo, la literatura, como las demás artes, sirve para cerrar cicatrices. O, al menos, para que estas, después de arder con furia, se calmen y no duelan tanto.

No hay relato que no despierte un sentimiento, aunque solo sea una tímida sonrisa. El libro, por su composición, su hermosa narrativa y su variedad, resulta muy ameno, de rápida lectura. Pero no por ello simple. Como decimos, esa nostalgia presente en cada rincón marca, cala en el interior mientras hace escapar un suspiro al terminar la última página. Porque cada historia está llena de sentimiento y sensibilidad, de los lugares comunes a todas las personas. ¿Quién no tiene sueños, momentos grabados por siempre en la memoria o personas a las que se extraña mientras el corazón se desgarra ante tal ausencia, ante la impotencia de no poder traerles de vuelta?

En resumen, todos llevamos con nosotros una maletita de cuadros que nos acompaña en este extraño y a la vez bello viaje de la vida.

Libro: El armario de los recuerdos y los sueños