Entrevista a Javier Sánchez-Monge Escardó, autor de «Seres solitarios»
EntrevistasLiteratura 19 diciembre, 2022 editoralia 0
¡Bienvenido, Javier! Es un placer hablar contigo. Recientemente has publicado tu primera obra, Seres solitarios (editorial Tregolam). Este compendio de relatos verídicos recoge historias de tus viajes por todo el mundo. Y todos ellos tienen un denominador común: la soledad.
Estas historias desvelan muchos pasajes duros que han vivido sus protagonistas, tú incluido. ¿Por qué has decidido publicar este libro?
Muchas gracias. Hoy en día, a pesar de hallarnos en continúa comunicación gracias a las nuevas tecnologías, jamás nos hemos sentido tan solos. Y si el número de suicidios ha llegado a cifras récord en este mundo moderno es porque estas tecnologías extirpan nuestro modo genuino de socializar. La gente necesita verse, recuperar los encuentros, interaccionar con su familia sin pantallas que se interpongan. Las parejas no pueden forjar una relación genuina por medio del ordenador. Y, por otra parte, es necesario que recuperemos el protagonismo de nuestras vidas y la unión con nuestros semejantes sin cedérselo a los medios de comunicación. En este sentido, mi obra expone la soledad que nos desborda. Y como es un denominador común que he presenciado en muchos países y culturas, decidí escribir acerca de ello. Cada soledad es única, y mi libro es extremo, porque muchos de sus relatos lo son, como habrás comprobado al leerlo.
Su carácter narrativo permite profundizar en los distintos personajes. ¿Qué hizo que te decantaras por los relatos y no una autobiografía de tus viajes?
He vivido en Rusia, China, Estados Unidos, India, Alemania, en la Amazonía Ecuatoriana, Camboya, varios países africanos y otros más, por lo que una autobiografía abarcaría demasiado. En lugar de ello, preferí reunir relatos de fuerte impacto (varios autobiográficos) que dejarán desconcertados al lector, al igual que a mí me dejaron en su momento. Quizá he llevado una vida al límite (como saben los que vieron las fotografías de mi libro El arte de la fotografía documental, publicado por Anaya) y, tras numerosas experiencias intensas, pensé que era un deber que los lectores tuvieran acceso a ellas. Por otra parte, son reales. Y la realidad a veces es demasiado cruda e inasimilable, por lo que prefiero avisar; algunas de esas historias son duras.
El libro está dedicado a tu abuela. De hecho, antes del comienzo de los relatos, dedicas un espacio para hablar de ella. ¿Por qué elegiste su figura como eje para todos los textos de la obra?
Menciono a mi abuela en el primer capítulo y brevemente en el último. Si lo hago es porque ella era una mujer extremadamente sabia que me ayudó mucho. Cuando era joven, estaba continuamente deprimido, deseando la muerte. Me llevaron a varios psiquiatras, pero lo único que hacían era medicarme para vencer la ansiedad, aunque lo que yo había perdido era el sentido de la vida. Un día mi abuela me llamó para comentarme que sabría hacerme recuperar el entusiasmo. Eso en su momento me pareció ridículo, porque ya lo habían intentado tantos especialistas, y, por otra parte, arriesgado, porque lo primero que me pidió es que dejara todas esas medicinas que me mantenían en un estado de aletargada idiocia. Como confiaba en ella, así lo hice, y a las dos semanas nos encontrábamos juntos atravesando Marruecos, Argelia y Malí en un viejo Peugeot 504 con unos amigos suyos. Nos encontramos con varias comitivas tuareg, con diferentes beduinos, con la tribu dogón de Malí y con otras etnias. Al final vendimos el coche y varios cachivaches que llevó mi abuela a Bamako para costear la aventura. Para entonces, ella había hecho varios viajes de ese estilo a pesar de su edad, y en África la conocían como «la mami». El resultado de su receta es que volví a amar la vida, al menos por un tiempo. Dejé la prisión de mis pensamientos para establecerme con plenitud en el presente. Otra de las personas con las que mochilearía por un sinfín de países es mi mujer Yalien, de Taiwán, porque somos almas gemelas.
El título de cada relato tiene el nombre de la persona de la que habla. A todas ellas las conociste en distintas partes del mundo en tus arriesgados viajes. ¿Es más fácil escribir sobre alguien a quien se conoce? ¿O te impone más restricciones?
Escribo con cariño y respeto de la gente que conocí o conozco, por eso no me impone más restricciones. Y, naturalmente, es más fácil ser más objetivo cuando se escribe de quien se conoce más profundamente.
Como anunciábamos, el tema principal de la obra es la soledad. ¿Por qué optaste por darle esta importancia en este libro?
Todos estamos solos; vivimos en un profundo aislamiento entremedias de innumerables compañías. Pero al final ese ser con el que nos confrontamos cotidianamente ante el espejo sabe que un día los suyos desaparecerán, que él también lo hará, y que hasta es posible que su especie desaparezca sin dejar huella ni testimonio en un universo en el que tampoco sabemos si hay alguien más. El anciano rodeado de su familia sabe que está obligado a partir. Los miembros de esa relación que naufraga saben que no habrá vuelta atrás. Ese personaje famoso tan rodeado de gente termina asimilando que tras su popularidad se alberga la condición solitaria, ya que al final no dejamos de venir y de marcharnos de este mundo en una soledad absoluta y con los mismos interrogantes. Asimismo, se puede tener fe en algo o en un sistema de creencias como consuelo, pero la fe no representa ninguna certeza. De joven me dolía la soledad, pero con el tiempo he aprendido a amarla. Soy un «ser solitario», pese a que amo a mi mujer, a mi madre y a demás familia y amigos. En resumen: la soledad es un misterio profundamente trascendental para el ser humano, y este, a pesar de que su naturaleza social pugna por aliviarse en la compañía de sus semejantes, se topa con obstáculos insalvables.
En la obra afirmas que hay tres tipos distintos de soledad: la impuesta por la sociedad, por uno mismo o por la vida. ¿Consideras que los episodios de soledad que se tratan en los relatos son intrínsecos a los hechos traumáticos o difíciles de la vida de sus protagonistas? ¿Cómo afecta esta sensación a grandes rasgos al ser humano?
Efectivamente, hay tres tipos fundamentales de soledad y que expongo en el libro: la de aquel que recurre al ostracismo voluntario, tal y como ocurre con los ascetas de la India o con Míjail Mijailovich, el ex trampero de la taiga rusa; o la que imponen esas sociedades que excluyen a alguien por su aspecto físico, raza, religión, etc., o la que impone la vida a esos que con el transcurso del tiempo pierden a sus seres queridos. En mi obra refiero variantes tan diferentes de soledad, como la impuesta por la tortura (que hace que el torturado viva en un universo de incomprensión hacia el mundo que le rodea), la de una chica aislada ideológicamente de todos sus seres queridos por la actuación de una secta, la mía propia cuando volví después de haber vivido durante casi un año con una tribu amazónica, la de un mercenario que no puede compartir su perversión moral nada más que con sus compañeros de fatigas, la de una bella joven de la India marginada por pertenecer a una casta baja, o incluso la soledad que sobreviene a un anciano pescador cuando deja de valerse por sí mismo, entre otras muchas.
¿Cómo afecta esta sensación al ser humano? Pues te diría que cada uno somos intérpretes de nuestra propia vida. Y esa interpretación depende de nuestra madurez como ser humano. Considero que es fundamental enfrentarse con la realidad, y cuanto antes, mejor. Por otra parte, el sufrimiento es inevitable, pero también es el mejor maestro. No se trata de autoengañarse generando una concepción narcisista con la que crear nuestra autoestima con la admiración que nos profesan los demás; hemos de enfrentarnos a nosotros mismos. Y de nada vale basarse en la fama para no creernos solos. Mucha gente joven se pasa el día proyectando a través de las redes sociales una imagen que nada tiene que ver con ellos, y esa construcción no tarda en venirse abajo. Es mejor enfrentarse a la vida tal y como uno es.
Algunos de los relatos de la obra narran una visión distinta de la crueldad del ser humano. Algunos como «Yassir», «Neggy» o «Reaksmey» nos han emocionado mucho. ¿Cuál de todos ellos te resultó especialmente difícil de escribir? ¿Qué criterio has seguido para ordenarlos?
Los tres me fueron difíciles de escribir. Piensa que por cada uno de esos relatos es necesaria una fuerte comprensión de la barbarie a la que sobrevivieron los personajes. Y eso duele bastante, pero de diferente forma, ya que, si bien en el caso de Yassir y de Reaksmey me adentro en un universo psíquico inesperado donde no sé con qué me voy a encontrar cuando los entrevisto, en el caso de Neggy yo soy la víctima de la historia. Me considero increíblemente afortunado de seguir aquí para poder contarlo, ya que cuando me estaba pasando (prefiero no adelantar mucho) no podía creer que fuera real. Inconscientemente uno piensa que las historias espeluznantes de las noticias solo les suceden a otros. Menos mal que pude reaccionar a tiempo.
Sin duda, la vida de los protagonistas de los relatos ha debido de afectar a la tuya. ¿Qué has aprendido de todas ellas? ¿Cómo te han influido estas enseñanzas en tu día a día?
Cuanto más viajas, más lees y más conoces gente, aprendes lo insignificante que somos y lo mucho que podríamos aprender de los demás. En el fondo, nuestra cultura y manera de percibir el mundo no es sino otra más entre las miles que habitan el planeta. Pero la sociedad moderna tiende a pensar que una tecnología avanzada la valida como cultura superior, y nada más erróneo. Que sea una cultura muy modernizada no quiere decir que sus habitantes estén más evolucionados a nivel humano, sino que únicamente están más capacitados para ejercer el dominio sobre sus congéneres. Antes teníamos brutos con lanzas; ahora, brutos con misiles. He aprendido enormemente con los tibetanos, con los sadhus (ascetas de la India), con las gentes de ese basurero que estuve documentando, con indios del Amazonas, con supervivientes de genocidios, o de catástrofes, con refugiados y con víctimas de ataques con ácido, cuyo físico queda tan terriblemente desfigurado que los transeúntes se giran diariamente para verlos.
Asimismo, al adoptar una postura de humildad y de no creerte superior a nadie, aprendes sobre lo efímero. Hoy estamos aquí, pero en un instante podemos desaparecer, tanto como individuos o como sociedad. Personalmente, he interiorizado esas enseñanzas practicando la meditación, el yoga, o integrando la muerte en mi pensamiento. Fíjate que en Tíbet los monjes ponen su cuenco de comida boca abajo antes de acostarse. para recordar que mañana podrían no usarlo por haber muerto. Y eso los lleva a valorar cada día que transcurre.
Tienes un libro de fotografía publicado llamado El arte de la fotografía documental (Anaya Photoclub). En él, explicas las dificultades de un fotógrafo al trabajar en lugares conflictivos. ¿Qué te ha llevado a querer dar el salto a la narrativa?
Sí, de hecho, soy conocido como fotógrafo documental. He tenido la suerte de que varias de esas fotografías hayan ganado concursos internacionales de fotografía, como los International Photography Awards, el Prix de Paris de la Photographie o los Tokyo International Photography Awards, entre otros muchos. Aunque es un placer que la gente compre El arte de la fotografía documental y que disfrute con esas fotografías (algunas bastante duras), me quedé con la intriga de narrar algunas de las aventuras que acontecieron detrás, porque la gente ha de saber lo que experimentamos los fotógrafos y expedicionarios que llegamos a esos confines remotos. Se ha de entender que detrás de una imagen de gran impacto, puede hallarse una historia con otro mayor y el contenido de una experiencia no se puede reducir únicamente a su perspectiva visual.
Durante todos tus viajes has debido de capturar múltiples historias con tu cámara. ¿Dirías que tus fotografías te inspiran para escribir? ¿O son dos artes dispares para ti?
No, mis fotografías nunca me sirvieron para escribir, a no ser que tenga que hacerlo para encabezar el pie de la imagen. Debes tener en cuenta que para fotografiar a gente que habita en la pobreza extrema de un basurero del sudeste asiático, para documentar las vidas de refugiados o las de supervivientes de genocidios o víctimas de ataques con ácido o de tortura, a menudo tienes que establecer una fuerte conexión con esas personas. Y esto al principio no se consigue con la intrusión de la cámara. Una vez se vencen esas barreras, entonces puedes sacarla, pero con tacto y atendiendo al lenguaje no verbal para saber si es bienvenido lo que haces. En los proyectos documentales a largo plazo, incluso llegas a convivir con la gente a la que estás documentando, y es entonces cuando surgen historias apasionantes. Otro aspecto es el de la reflexión; cuando has sido testigo de acontecimientos desgarradores o sobrecogedores, necesitas escribir sobre ellos.
Tras la lectura de esta obra, estamos convencidos de que tendrás mil historias más que contar de tus viajes. ¿Tienes en mente publicar otro libro?
El caso es que, sorprendentemente, y contra todas mis predicciones, Seres solitarios está arrasando en ventas incluso antes de su campaña promocional. Esto me resulta increíble porque, aunque tengo un número aceptable de seguidores en Facebook, en Instagram, en Twitter y en YouTube, donde estoy empezando, tampoco son tantos como para justificar ese número de ventas. Un amigo me ha dicho que posiblemente sea porque el tema de la soledad es algo que alcanza a muchos. Pero lo cierto es que al final he decidido apartar mis proyectos para escribir una segunda parte, en la que estoy trabajando apasionadamente. Además, están dejando buenas reseñas del libro, y algunos de mis seguidores me mandan fotos con él, lo que me ha conmovido profundamente.
Para terminar, ¿hay alguna cuestión qué te gustaría compartir con los lectores que no hayamos abordado?
¡Sí, buena pregunta! Si hay una sola cosa que me gustaría decir a todos mis lectores es lo siguiente: creed en vosotros y en vuestros ideales por encima de todo, por encima de lo que os diga la sociedad o de críticas o halagos. Si no lucháis por vuestros sueños, nadie lo va a hacer por vosotros. Y si no cumplís lo que os dicta el corazón y obedecéis a lo que diga la masa, esos anhelos vuestros se marchitarán y pervivirán dentro de vosotros como frustraciones. Si habéis de elegir algo, elegid ser protagonistas de vuestra vida. Que nadie os explique cómo hay que vivirla. Vale más vivir al límite que prolongar una existencia como muertos vivientes.
¡Muchas gracias por atendernos, Javier! Te deseamos todo el éxito del mundo con este libro. Seres solitarios ya disponible en librerías.
- Nombre: Javier Sánchez-Monge Escardó
- Obra: Seres solitarios
- Género: relato, testimonio, autobiografía
- Sinopsis: Seres solitarios recopila relatos verídicos, algunos autobiográficos y otros sobre personajes solitarios que el autor ha encontrado a lo largo de sus viajes como aventurero y fotógrafo documental por lugares tan remotos como la India, la taiga rusa, el Amazonas, Camboya, Tíbet o incluso España. Aunadas bajo el concepto de la soledad, las historias son extremas y recogen episodios como las aventuras del autor en una tribu en el Amazonas; una situación crítica en la que estuvo a punto de ser asesinado en la India; la manera de entender la moral de un mercenario o la odisea de un torturado de etnia rohingyá de un campo de refugiados de Bangladesh; la ardua vida de los trabajadores de un basurero de Asia; una tragedia ocurrida en una remota aldea del Himalaya durante los ataques de un tigre devorador de hombres; el ataque con ácido a un camboyano conocido del autor; el aislamiento de un anciano extrampero de la taiga rusa amigo del autor, y, entre otros relatos, también refiere la entrañable relación sostenida por Javier con su abuela, quien lo introdujo a su vida aventurera. Asimismo, narra algunas historias de amor autobiográficas y culmina con la de Yalien, su mujer taiwanesa. Cada relato se halla precedido de una introducción, y profundiza en las causas que demuestran el motivo por el que cada soledad es única y las razones por las que difícilmente puede ser compartida. Se trata de una lectura sobrecogedora que dejará una huella profunda en el lector.
- Biografía: Javier Sánchez-Monge Escardó (1965, Madrid) se define a sí mismo en primer lugar como filósofo, después como aventurero y, posteriormente, como fotógrafo documental. Aunque es licenciado en Filosofía, en Ciencias Empresariales, habla varios idiomas y estudió Biología, es muy conocido por su fotografía documental, que lo llevó a ganar diversos premios internacionales y a publicar el libro El arte de la fotografía documental en Anaya Photoclub, en el que explica todas las dificultades que ha de confrontar un fotógrafo cuando llega a lugares conflictivos. Por otra parte, ha publicado en diversos periódicos españoles y se ha recorrido buena parte del planeta, viviendo varios años en Rusia, China, Estados Unidos, Alemania, Ecuador, India, Gambia, Camboya y, durante periodos algo menores, en otros países asiáticos y africanos. En cierto sentido, sus fotografías son el correlato de la vida intensamente aventurera que ha llevado hasta la fecha. Como él mismo explica, este es el libro que debe a todos esos lectores que lo conocen por su fotografía en condiciones y lugares extremos, en el que además ahora lo conocerán en su faceta de autor puramente narrativo. Es preciso saber que, detrás de esas fotografías a veces tan duras, Javier cosechaba historias a menudo asombrosas, sorprendentes, bellas, desgarradoras, profundas y con desenlaces tan sorprendentes como la vida misma.
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