Es por de más sabido que los grandes no necesitan el reconocimiento de los pequeños (ni del jurado de los premios de la academia o las palabras por parte de los editores de esta humilde revista), o que los mediocres se mofan ante la caída de los grandes (y si no están seguros de esta cuestión recuerden el Nobel que nunca le dieron a Borges o la nominación que nunca recibió Cortázar, por otra parte el hecho de que sí le hayan otorgado dicho galardón a G. G. Márquez); pero aún así, de vez en cuando algunos guiños al gran esfuerzo que implica transitar por una carrera artística son recibidos con un fuerte abrazo.
Y ese guiño es el que por fin le da la academia norteamericana a uno de los más excelsos actores
que hace años ha reinado en la escena del cine de industria, y que de a poco ha logrado emerger, a través de su actuación en determinadas cintas de importante trascendencia, dentro de esa frontera indómita que podemos llamar cine de arte o cine de autor; afirmando así su condición de verdadero artista y alejándose de la frivolidad que implica ser una mera estrella de Hollywood.
La afirmación de esta última premisa es reforzada al momento del discurso de DiCaprio en el que dejando de lado la retórica propia del ego personal, utiliza ese momento para hablar de un tema de relevancia trascendental. Y cuando decimos hablar hay que hacer una especial distinción, porque está quienes hablan por hablar, y quienes hablan desde el compromiso. Considero que el actor fue la única persona que habló verdaderamente de
temas relevantes dejando de lado las frivolidades o las obligaciones morales de tratar ciertos temas (porque es cierto que a lo largo de la gala se tocaron otros temas importantes para la sociedad en general, pero el tratamiento de esos temas se hizo con la superficialidad característica de la farándula obligada a hacer proselitismo de ciertas cuestiones, y no porque así lo sienten). Leonardo DiCaprio fue nombrado el 23 de septiembre de 2014 por la ONU como Mensajero de la Paz y embajador de los asuntos relacionados con el cambio climático.
En su discurso de agradecimiento tras haber recibido su primer galardón DiCaprio expresó:
“El Renacido es una película acerca de la relación del ser humano con el mundo natural. Un mundo que vivió el año más caliente del que se tenga registro en 2015. (…) El cambio climático es real, está pasando ahora. Es la amenaza más urgente que enfrenta nuestra especie, y tenemos que trabajar colectivamente y dejar de posponerlo. Tenemos que apoyar a los líderes del mundo que no hablan en nombre de los grandes contaminadores, sino en nombre de toda la humanidad, de las comunidades indígenas del planeta, y de los billones de desfavorecidos que van a verse afectados por esto. En nombre de los hijos de nuestros hijos, y en nombre de aquellas personas cuyas voces fueron ahogadas por políticas codiciosas. No demos al planeta por sentado”.
Discurso de DiCaprio como embajador de la ONU en la “Cumbre del Clima de las Naciones Unidas”. New York, 2014.
Adentrándonos en las profundidades que competen a lo artístico, debo decir que en lo personal el papel de Hugh Glass no es el mejor protagónico de Leo, así como tampoco The Revenant es la mejor película del magnífico e irreverente director González Iñárritu; quien en el antaño Oscar nos presentó una cinta que desde fondo y forma transgrede la norma estética de Hollywood, y en el 2016 ha optado por presentarnos una cinta adaptada a los contenidos y a la estética que preforman la fórmula química del éxito propia del cine americano. Un premio merecido para una persona que resulta ser un verdadero artista, fiel a aquella premisa que promulgaban los formalistas rusos al decir que en el verdadero arte, el arte libre, el color de bandera que corona la fortaleza no puede ser reflejado de ninguna manera. Una personalidad artística que nos recuerda algunas lúcidas nociones de Juan José Saer al momento de definir el rol de los escritores y con él el de los artistas en general. Expresa Saer que la literatura, y por ende el arte, no serán los instrumentos inmediatos para generar cambio social. No son los responsables de abolir las problemáticas sociales, pero de alguna manera deben sobrevenir en ellos, por añadidura, dichas problemáticas y controversias. Dichas características son halladas al excavar en la personalidad de Leonardo DiCaprio.
1) Mejor Actor de Reparto What’s Eating Gilbert Grape? (¿A quién ama Gilbert Grape?), 1993 (nominado).
2) Mejor Actor The Aviator (El aviador), 2004 (nominado).
En “El aviador”, DiCaprio encarnó al obsesivo y excéntrico, magnate millonario e ingeniero Howard Hughes. Se trata de una obra biográfica dirigida por Martin Scorsese, y es sin duda el punto más cúlmine de su carrera dentro de la escena del cine de autor, y hablamos de punto cúlmine, porque ya se venía mostrando una paulatina aparición de un joven Leo en el cine de arte en películas como Total Eclipse, 1995 (Arthur Rimbaud) y Romeo+Juliet, 1996 (Romeo Montesco). Sin dudas el papel de Howard Hughes, fue el que debió haberle valido a DiCaprio su primer Oscar, que finalmente lo perdió frente a Jamie Foxx con su interpretación de Ray Charles en el filme Ray.
3) Mejor Actor Blood Diamond (Diamante de sangre), 2006 (nominado).
4) Mejor Actor The Wolf of Wall Street (El lobo de Wall Street), 2013 (nominado).
Siete años tuvieron que pasar para que Leo vuelva a obtener una nominación al Oscar, nuevamente de la mano de uno de sus principales mentores, Martin Scorsese, director a quien durante su discurso de agradecimiento Leo se refirió diciendo: “gracias al señor Scorsese por haberme enseñado tanto del arte cinematográfico”. No hay mucho que decir de la excelsa actuación de DiCaprio como Belfort y de la gran película que logra (y esto no es causa de sorpresa) Scorsese. El lobo de Wall Street resulta ser la quinta colaboración de la magnífica fórmula que conforman DiCaprio y el director de Taxi Driver.
5) Mejor Actor The Revenant (El renacido), 2015 (GANADOR).
Finalmente obtuvo su primer premio de la mano del mexicano Alejandro González Iñárritu, quien se impuso como el tercer director en la historia de los premios de la academia en ganar un galardón durante dos años de manera consecutiva (2015-2016). Anteriormente hicieron lo propio John Ford (1940-1941) y Joseph L. Mankiewicz (1949-1950).
By Nicolás Alejandro Scarponi – (F.M.)
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