Editoralia
El eterno presente de Adolfo Aristarain El eterno presente de Adolfo Aristarain
Mientras caminaba pensativo hacia la casa de Adolfo sentía una gran inquietud por descubrir al hombre que había despertado en mí una especie de... El eterno presente de Adolfo Aristarain

Entrevista a Aristarain

[dropcaps]M[/dropcaps]ientras caminaba pensativo hacia la casa de Adolfo sentía una gran inquietud por descubrir al hombre que había despertado en mí una especie de fascinación por el cine. Llegué a su portón blanco rodeado de flores y comencé inexplicablemente a sentirme dentro de su filmografía. Cuando ingresé a la sala llena de libros y discos de jazz creí ser el joven periodista Manuel Cueto de su hermosa película Roma que, salvando las distancias entre España y Villa Santa Rita (Buenos Aires) ingresa a la casa de un importante intelectual y en pocos minutos está dentro de su infancia, de sus recuerdos, de su interesante vida.

¿Cómo fue su infancia en relación al barrio en donde nació?

Yo nací en Parque Chas y viví hasta los 20 años. Mi infancia fue típica de la clase media normal, me la pasaba en la calle todo el día, muchos juegos, con muchos recuerdos de los partidos de futbol y las travesuras con la barra de muchachos. Una linda imagen de la infancia. Después cuando volví al barrio para encontrar una casa donde filmar Roma me di cuenta que estaba todo enrejado, si movíamos la cámara un cachito ya veías rejas. La idea de Paque Chas es que sea un barrio jardín y que todas las casas tengan parque adelante pero ya no existe.

Aristarain3¿Qué recuerdos tiene de la adolescencia y como empezó el vínculo con el mundo del cine?

Mi viejo murió cuando tenía 9 años y por eso mientras hacia el secundario tenia que laburar de cadete en una agencia de publicidad para mantenernos. Después del secundario se me ocurrió estudiar letras pero me di cuenta que no tenía sentido que me den una lista de libros cuando yo quería escribir. Así que me puse a escribir cosas que después rompí porque no me gustaban una mierda. También viví la noche de los años 60 que era maravillosa, la calle corrientes era otra facultad entre libros y música me la pasaba charlando y leyendo. Hurgaba en las librerías buscando diferentes autores hasta que descubrís a Jack London, Conrad, Stevenson. Así conocí gente del teatro, de la publicidad y del cine hasta que un día fui a una filmación de “Dar la cara” como extra y ahí empezas a ver un mundo que no solo te atrae sino que lo empezas a entender.

Viajé a Brasil por que no me podía meterme en el sindicato de cine acá, porque no querían gente joven, y allá enganche laburo en un laboratorio de doblaje donde me senté en una moviola por primera vez. Después de seis meses volví para acá y un amigo me hizo entrar al sindicato como ayudante. Tenía que estar muy pendiente de los actores y de todo un poco hasta que después de diez películas llegue como asistente de dirección.

En ese momento me dieron ganas de irme a otro lado, pensé en Estados Unidos pero los sindicatos eran muy cerrados y España tenía un acuerdo donde te reconocían el cargo. Me fui con guita para 15 días y enganche algunas películas gracias a saber inglés. Además de los actores me tocaba manejar a todo un equipo donde había italianos, ingleses, españoles. Así empecé en el mundo del cine.

También viví la noche de los años 60 que era maravillosa, la calle corrientes era otra facultad entre libros y música me la pasaba charlando y leyendo.

Antes de dirigir su primera película, La parte del león (1978), ¿sentía que era muy difícil llegar a concretarlo?

No tenía ningún guion escrito, ni tampoco el sueño de ser director. Me interesaba como un oficio que recién después de muchas películas lo entendí. Para empezar te ponen a prueba, vos pedís cosas y te dicen que no se puede. Uno tenía que generar porque si no perdías como en la guerra. En España me acostumbre a hablar a los gritos, era insoportable, pero yo necesitaba testigos en el set de lo que decía sino nadie te daba pelota, era duro. En el año 70 escribí mi primer guion para venderlo pero no intentaba dirigirlo, nunca lo vendí y después lo utilice para La discoteca del amor. Y en el 74 estaba con mi mujer en España y me dije que nunca iba dirigir una película porque estaba en producciones muy grandes, asique decidimos volver. Acá seguí trabajando hasta que el 77 escribí La parte del leon y lo empecé a mover hasta que unos abogados leyeron el guion, se hicieron amigos míos y como costaba poca plata en comparación a otras dijeron que sí, que plata no iban a perder. Yo no gané un mango, solo me daban para viajar en taxi todos los días al rodaje pero lo importante es que se filmó.

Luppi

¿Cómo es su proceso para escribir un guion? ¿Comienza por un tema, por un personaje, por un conflicto, etc?

No hay, a veces empiezo por un personaje, un lugar, un tema. Las historias aparecen por algo que te cuentan o que escuchas pero no sabes la formula, ojalá la tuviera. Siempre tardo mucho más en la estructura, es en donde dialogan los personajes, todo toma sentido. Después para escribir un guion no tardo más de 30 días si lo tengo claro. Lo que es importante es hacer una rescritura constante de lo que se va haciendo.

Su última película, Roma (2004) se introduce en la relación madre-hijo. ¿Qué despertó el interés por contar esa historia?

Mi vieja fue una tipa muy excepcional, más aun de lo que muestra la película, y creo que esa fue la punta. Lo charle esto con Mario Camus hasta que se armó un esquema. En principios era meterle fragmentos documentales para marcar los cambios de época pero iba a ser un plomazo que duraba 5 horas. Después enganche un productor y me fui a Madrid, me alquilé una habitación de un hotel y me puse a escribir, salió rápido. Yo se lo pasaba a Mario y el me pasaba lo suyo y así seguimos.

Las historias aparecen por algo que te cuentan o que escuchas pero no sabes la fórmula, ojalá la tuviera…

¿Y filmar Roma fue complejo, tuvo algún problema?

Nunca tuve grandes quilombos, salvo en Lugares comunes. A mí me gusta filmar en orden, en Martin Hache pudimos y en Lugares Comunes teníamos la parte que se filmaba acá y la de Córdoba. La idea era ver la casa gradualmente como la arreglaban pero no pudimos porque el primer día de filmación en una escena que Luppi sale de la casa a caminar pisa mal y se le rompe un tendón. Volvimos a Buenos Aires y el médico le dijo que podía esperar el tiempo de rodaje y yo le dije “Decidí vos Federico no te voy a obligar a hacer la película” y él me dijo que la hacía. Lo peor es que se iba a perder el otoño, allá estaban todo amarillo las hojas de los arboles era precioso. Le pusieron una bota y lo tuve que filmar en cualquier orden, se me fue a la mierda. Teníamos que ponerle adelante del pie gallinas o piedras para que no se vea la bota en toma y además que cuando caminase no se le notara la renguera. Te limitaba en algunas cosas pero esa fue la más complicada que me pasó.

¿Qué opina sobre el auge de las series en estos últimos años? ¿Y si le interesa como formato para para desarrollar una ficción?

Yo hice en España la serie de 8 capítulos Pepe Carvalho. Me es lo mismo que escribir un guion de un largometraje, no me veo condicionado a nada. No pienso que es para televisión filmo como tengo que filmar y punto. Creo que esa es la clave. En último tiempo vi True detective y me gustó, pero el final no me pareció nuevo.

¿Sigue interesado en dirigir una próxima película?

Sí, claro, pero no tengo nada pensado. Me paso leyendo cosas que me pasan pero nada, me meto y después salgo. La última fue una película sobre el Papa Francisco pero estaba claro que lo importante era la guita que se juntara. Nunca funcionan las películas sobre personajes que están vivos y además a mí tampoco me convenció por muchos motivos.

Así que me paso la vida leyendo proyectos que me proponen y después no van a ningún lado.

¿Un libro, una pélicula y un disco que lo identifiquen?

No esa saltéala, es como hacer una lista de las cosas que más me gustan y para mí no tiene sentido. Lo que ves allá (señala la estantería) son todos discos de jazz, es mi colección. Tengo muchos libros pero casi no leo cosas nuevas. Y película no hay ninguna reciente, pero creo que la última que me gusto fue Gran Torino de  Clint Eastwood.

Me fui a Madrid, me alquilé una habitación de un hotel y me puse a escribir [Roma], salió rápido…

¿Es de ir al cine?

Sí voy mucho al Devoto, es un cine maravilloso y no es de ninguna cadena. Con mi mujer vamos a las primeras funciones y vemos dos. Pero te cagan la vida cuando hay películas para pibes, es un quilombo de gente y te morfas una cola enorme.

[alert-success]Aristarain y Tucsaco…
En las películas de Aristarain, en cinco de ellas, aparece una empresa que, sin importar el rubro, lleva siempre el mismo nombre. Tulsaco es el símbolo de la malignidad, la huella capitalista. La primera Tulsaco nace en Tiempo de revancha y vuelve a aparecer como el representante del mal en Un lugar en el mundo, en este caso es la empresa que echa raíces en el pueblo. En La ley de la frontera es la compañía minera que, dos años después, mutaría en distribuidora cinematográfica Tulsaco Films en la película Martín (Hache). La última vez que aparece el nombre de esta empresa es el Lugares comunes, Tulsaco es el nombre de la inmobiliaria que vende la casa de Fernando y Lily. Y es que Tulsaco le pertenece completamente a Aristarain, más allá de ser parte de la identidad de su obra, es legalmente propiedad del director, para poder utilizarla en sus películas de forma ilimitada.t[/alert-success]

[tabs][tab title=»Filmografía»]

[/tab][/tabs]


Entrevista: La Brújula
FB: www.facebook.com/labrujulabarrial
Revista on-line: http://issuu.com/brujulabarrial
DIRECCIÓN: Mateo Missio, Fermin De La Serna

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.